Blancanieves se negó a ser sirvienta de
los enanos, y no le permitieron entrar a la casita. La Cenicienta demandó por
maltrato a su madrastra. “Sin escopeta, no entro al bosque,” dijo Caperucita,
después que el Lobo la siguió por primera vez. (Su abuela, nunca abría la
puerta sin asomarse antes). Piel de Asno se atrevió a denunciar el incesto de
su padre. La Sirenita
no murió de amor. Tampoco se ilusionó con que un príncipe se casaría con ella.
Cuando La Bella
conoció a La Bestia ,
lo quiso tal cual era, sin esperar milagros de ninguna clase. Ricitos de Oro ni
se atrevió a probar la sopa, los osos la habrían devorado de inmediato. La Princesa del Guisante no
aceptó dormir sobre tantos colchones, y les gritó que si dudaban de su linaje,
se fueran todos al infierno. Alicia, jamás viajo al País de las Maravillas.
Y La Bella Durmiente
se acostó aburrida, porque nunca le permitieron hacer lo que quería.
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